domingo, 31 de agosto de 2014

Persiguiendo el Legado Afroasiático.

Descripción de la ruta:

La ruta propone materializar, en una travesía por diversos parajes geográficos del viejo mundo, la propuesta de Martin Bernal de un modelo antiguo revisado, es decir, de un marco de estudio sobre los orígenes de la civilización griega. Este modelo propone considerar la influencia afroasiática en la conformación del mundo heleno, por lo que el viaje incluirá la visita a lugares de África, Levante, el Próximo Oriente Asiático y Grecia.
En primer lugar, el viaje iniciará con la llegada al aeropuerto de Nairobi en Kenia, desde donde partiremos al gran valle del Rift, sede de importantes hallazgos de restos fósiles de homínidos y por dicha razón declarado patrimonio de la humanidad. Ascenderemos al norte del continente, hasta la Tebas egipcia caracterizada por sus célebres necrópolis. Seguiremos ascendiendo por el río Nilo hasta la antigua ciudad de Menfis, conocida por ser la capital del Imperio Antiguo de Egipto.
Atravesaremos posteriormente la península del Sinaí hasta llegar a Damasco, luego partiremos a los yacimientos arqueológicos de Ebla, importantes por ser el albergue de importantes hallazgos como las cuantiosas tablillas cuneiformes escritas en sumerio y en eblaíta. Luego nos dirigiremos a Ugarit, antigua ciudad portuaria, importante por ser la cuna de un alfabeto posteriormente expandido por los fenicios y por ser un centro de intercambio cultural.
Dejando Siria, nos dirigiremos hasta la ciudad de Konya en la actual Turquía. Desde esta nos dirigiremos al antiguo asentamiento de Catal Huyuk, célebre por ser uno de los asentamientos urbanos del periodo Neolítico mejor preservados hasta la actualidad. Después de esta visita nos dirigiremos hasta la colina de Hisarlik, donde se encuentran los restos arqueológicos de la ciudad de Troya, cuyo descubrimiento es atribuido al célebre arqueólogo prusiano Heinrich Schliemann.
Cruzaremos en navío el Mar Egeo hasta la ciudad griega de Tebas, ubicada entre la planicie de Beocia y la península de Ática. Haremos escala en la capital Atenas hasta abordar un barco hasta la isla de Santorini (antigua Thera) cuya relevancia esta en relación con la erupción minoica ocurrida entre el 1639 y 1616 a.C. Luego nos dirigiremos a Creta donde visitaremos los restos de la ciudad de Cnosos, sede del descubrimiento de la escritura lineal B. De Creta partiremos a Nicosia, la capital de Chipre dando así por concluida nuestra maravillosa expedición. 
Mapa de la ruta:


La ruta en imágenes:


Exterior del palacio de Tebas, Egipto. Tomado de www.fotopaises.com

Pirámide escalonada de Sakkara, necrópolis de Menfis. Tomado de: sobreegipto.com

Ruinas de Ebla en Siria. Tomado de: mycompass.ca

Puerta de Ugarit, Siria. Tomado de: www.megalithic.co.uk

Antiguo asentamiento de Catal Huyuk. Tomado de: cala.unex.es.

Ruinas de Troya ubicadas en la colina de Hisarlik. Tomada de: AlbumDigital.org

Panorámica nocturna de los monumentos históricos de la antigua ciudad de Tebas. Tomada de: www.travelvivi.com
Interior del Palacio de Cnosos, en la isla de Creta. Tomada de: www.nationalgeographic.com.es

Historia:

Si bien el orden de los parajes de la travesía puede parecer algo arbitrario, no lo es su elección y por lo tanto se hace necesaria una justificación. Todos los lugares escogidos tienen en común el ser importantes sedes de descubrimientos arqueológicos, epigráficos e historiográficos cuyo estudio ha permitido una mejor comprensión del pasado antiguo. No obstante su importancia no se reduce meramente a eso, tienen en común el ser importantes nodos de intercambio cultural que refuerzan la idea de Martin Bernal de una herencia afroasiática en la conformación de la antigua civilización griega. Por lo tanto, la elección de los estadios de esta travesía no es aleatoria, sino que da cuenta de un complejo proceso histórico de conformación social y cultural.
A partir de lo anterior resulta claro porque razón partimos del Valle del Rift: si es posible pensar en una misma sede donde se originó la humanidad (África como la cuna de la humanidad), ¿por qué resulta tan difícil pensar en una herencia cultural compartida? Como lo menciona Bernal: “veo en la expansión afroasiática una propagación de una cultura –atrás establecida al este del Valle africano del Rift- al final de la última Era de Hielo entre el décimo y noveno milenio a.C.” (Bernal, 1987, p. 11). La elección de Bernal no es arbitraria en ningún sentido, sino que busca rastrear el legado africano en las civilizaciones del Mediterráneo y rastrear el origen de la paradoja que implica hablar de poblaciones con similitudes culturales, pero con importantes diferencias lingüísticas. El problema con hablar de un origen propiamente europeo de la civilización griega no consiste en su inviabilidad hipotética, sino en la falta de evidencias que respaldan dicha afirmación. Su imposición tautológica por lo tanto remite a un interés puramente ideológico.    
Dicho interés, lo expresa Bernal, se debe a la imposición de un paradigma etnocéntrico y racista en lo relativo a la comprensión de los fenómenos sociales e históricos. Las ciencias sociales nacen en el siglo XIX no solo de la curiosidad que supuso los antecedentes del Enciclopedismo y la Ilustración, sino del ansía de dominación que derivó de la consolidación de los procesos expansionistas y con ello, del imperialismo y la colonización. Siguiendo a Said, podemos decir que “Oriente fue orientalizado, no solo porque se descubrió que era ‘oriental’, según los estereotipos de un europeo del siglo XIX, sino también porque se podía conseguir que lo fuera” (Said, 2004, p. 25). Esta distinción entre lo oriental y lo occidental puede verse en el surgimiento del modelo ario que busca cuestionar Bernal, dicho esquema de pensamiento pretende suponer un origen autóctono de los griegos mediante oleadas de invasiones indoeuropeas provenientes del Norte. Dicho esquema de conquista y superior racial se erige entonces como una forma de hegemonía cultural sobre las colonias conquistadas en diversas regiones de África, Asia y Medio Oriente durante el siglo XIX.
El segundo y tercer estadio del viaje, a saber Tebas y Menfis, pretenden demostrar el sumo cuidado cultural y organizativo que tenían los antiguos egipcios y como estos pudieron ser heredados posteriormente por los antiguos griegos. Por dos caminos distintos podemos llegar a esta relación: por un lado, Bernal habla de descubrimientos arqueológicos que reflejan la interacción entre la zona de Levante (Oriente Próximo) y África. “Muchos objetos sirios y egipcios de este periodo han sido hallados en Creta y otras partes del Egeo” (Bernal, 1987, p. 15). Por otro lado, ciclos de leyendas y relatos míticos parecen establecer un origen común, así tenemos el caso de los restos hallados en Menfis de una antigua remembranza entre Senwosret (faraón de la décimo segunda dinastía egipcia) y la fundación legendaria de Atenas por parte de Kekrops, cuyas fuentes antiguas dicen es egipcio (Ibídem, p.19). Por otro lado, la interrelación que puede apreciarse entre la expulsión de los hicsos por parte de la décimo octava dinastía egipcia, la tradición bíblica del éxodo y la leyenda griega del arribo de los dánaos (aqueos) en Argos (Ibídem, p. 20). Como explica Bernal: “la tradición griega asocia a Danaos con la introducción de la irrigación y a Cadmo con la introducción de cierto tipo de armas, el alfabeto, y un numeroso grupo de rituales religiosos” (Ibídem, p. 20). Cadmo, proveniente de Canaán, será el fundador de Cadmea que posteriormente llegaría a ser la Tebas griega, dando cuenta así desde la narración mítica de la incursión fenicia en los orígenes griegos. 
Adicional a esto, a partir de la apreciación de Bernal y los estudios religiosos comparativos de Mircea Eliade es posible ver en el panteón griego una reproducción de las divinidades egipcias. Así como dice Bernal, Poseidón guarda relación con Seth y Atenea con la diosa egipcia Neit y la diosa semítica Anat. Por otro lado, Bernal observa cierta herencia cultural en los rituales de culto al toro, compartidos tanto en Creta como en la Tebas egipcia. Dicho legado religioso compartido pone de manifiesto lo que Assmann llama el canón: la forma en que la tradición alcanza su obligatoriedad suprema en cuanto al contenido y su fijación normal más extrema” (Assmann, 2011, p. 97). La función religiosa es doble: explicativa y normativa, ya que da cuenta de la relación de los hombres con el Cosmos  y consigo mismos.
Para analizar la influencia semítica en la cultura griega tomamos como referentes dos ubicaciones geográficas centrales: Ebla y Ugarit. La importancia de Ebla, como lo ratifica Bernal, consiste en ser un importante punto de hallazgos arqueológicos, archivos que datan desde el 2500 a.C. y que “retratan a un concierto de los estados ricos, letrados y sofisticados de Kurdistán a Chipre” (Ibídem, p. 15). En el caso de Ugarit, a partir de la lectura que Bernal hace de Cyrus Gordon, se aprecia las conexiones entre el puerto de Ugarit y la isla de Creta, dando evidencia de los contactos entre el Egeo y Levante a través de la inclusión de palabras prestadas del semítico en el idioma griego. Por lo tanto, no solo como sugiere el modelo antiguo clásico, la herencia semítico-fenicia no se reduce al mero alfabeto, sino que incluso se aprecia en la configuración de nuevos cambios lingüísticos y la adopción de ciertas costumbres y hábitos, incluso Bernal sugiere la posibilidad de colonizaciones fenicias sobre la civilización griega.  
En el caso del territorio de Anatolia, el modelo antiguo propone una expansión iniciada por el Este. A partir de los descubrimientos arqueológicos efectuados por Schliemannn en la península de Anatolia, la antigua ciudad de Troya empeiza a dar fuerza a los estudios de la antigüedad al otorgar una base factíca a las rapsodias homéricas. Con la cercania de uno de los vestigios urbanísticos mejor conservados hasta la actualidad, Catal Huyuk, durante el periodo Calcolítico hasta la edad de Bronce se empezaron a conformar núcleos sociales a la par que se mezclaban entre ellos. Como sugiere Starr al referirse a los origenes de Grecia:
Sobre la base de esta interconecciones nosotros deberíamos ser capaces de asignar una fecha aproximada al comienzo de la temprana Edad de Bronce. Troya, la cual considero la clave básica, pero no enteramente formada. Sus excavadoras americanos extendieron su duración entre los 3000 y 2600, mientras otros aluden su fundación en 2700 a.C.” (Starr, 1962, p. 32).
Tanto Starr como Bernal tienen un objetivo común: desmontar la teoría aria que pretendía atribuir los logros de la cultura griega como propiedades de una raza superior, contraponiendo a ello las constantes mixturas e intercambios culturales, indo-hititas para Starr, afroasiáticos para Bernal.
En el caso de Tebas y Cnosos encontramos nuevos descubrimientos arqueológicos que evidencian (o pueden interpretarse de este modo) el modelo antiguo revisado de Bernal. Tebas se conoce por ser la tumba de los gemelos Anfión y Zeto, hijos de Zeuz y creadores de las murallas de Tebas (existe cierto paralelismo con la figura legendaria de Gilgamesh, encargado de edificar las murallas de Uruk). En el caso de Creta, su posición geográfica facilitó el intercambio comercial con los fenicios y su zona de influencia incluía a la civilización egipcia y el puerto de Ugarit, de ahí la ya comentada confluencia de variaciones lingüisticas semíticas en la conformación de las escrituras cretenses linear A y B.
Pero la influencia puede rastrearse hasta otras esferas. Los pitagóricos heredaron de los egipcios su fascinación por la matemática, la geometría y la astronomía. De acuerdo con Hahn, las tecnologias ingenieriles y arquitéctonicas egipcias influenciaron el pensamiento filosófico griego. Por otro lado, la influencia egipcia tardía se vería en la revisión que Plotino y Pirrón hacen de la filosofía platónica hasta fundar el neoplatonismo. Queda así expresada ligeramente la pretensiónd el modelo antiguo revisado que propone Bernal, denunciando la arrogancia propia de modelos teóricos racistas y proponiendo nuevos campos de investigación histórica, filológica, lingüística y arqueológica donde pueda ponerse en evidencia las diversas confluencias entre civilizaciones antiguas, sus legados comunes y sus puntos de encuentro.

Referencias:

Assmann, Jan. (2011). Historia y mito en el Mundo Antiguo. Los orígenes de la cultura en Egipto, Israel y Grecia. Editorial Gredos, Madrid.

Bernal, Martin. (1987). Black Athena. The afroasiatic roots of classical civilization. Vol. I. The fabrication of Ancient Greece 1785-1985. Rutgers University Press, New Brunswick, New Jersey.

Hanh, Robert. (2001). Anaximander and the architects. The contributions of Egyptian and Greek architectural technologies to the origins of greek philosophy. State University of New York Press, Albany.

Said, Edward. (2004). Orientalismo. Editorial DeBolsillo, España.

Starr, Chester. (1962). The origins of Greek civilization. 1100-650 B.C. Jonathan Cape Thirty Bedford Square, Londres.


   


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