Descripción de la ruta:
La ruta propone materializar, en una travesía por diversos parajes geográficos del viejo mundo, la propuesta de Martin Bernal de un modelo antiguo revisado, es decir, de un marco de estudio sobre los orígenes de la civilización griega. Este modelo propone considerar la influencia afroasiática en la conformación del mundo heleno, por lo que el viaje incluirá la visita a lugares de África, Levante, el Próximo Oriente Asiático y Grecia.
En primer lugar, el viaje iniciará con la llegada al aeropuerto de Nairobi en Kenia, desde donde partiremos al gran valle del Rift, sede de importantes hallazgos de restos fósiles de homínidos y por dicha razón declarado patrimonio de la humanidad. Ascenderemos al norte del continente, hasta la Tebas egipcia caracterizada por sus célebres necrópolis. Seguiremos ascendiendo por el río Nilo hasta la antigua ciudad de Menfis, conocida por ser la capital del Imperio Antiguo de Egipto.
Atravesaremos posteriormente la península del Sinaí hasta llegar a Damasco, luego partiremos a los yacimientos arqueológicos de Ebla, importantes por ser el albergue de importantes hallazgos como las cuantiosas tablillas cuneiformes escritas en sumerio y en eblaíta. Luego nos dirigiremos a Ugarit, antigua ciudad portuaria, importante por ser la cuna de un alfabeto posteriormente expandido por los fenicios y por ser un centro de intercambio cultural.
Dejando Siria, nos dirigiremos hasta la ciudad de Konya en la actual Turquía. Desde esta nos dirigiremos al antiguo asentamiento de Catal Huyuk, célebre por ser uno de los asentamientos urbanos del periodo Neolítico mejor preservados hasta la actualidad. Después de esta visita nos dirigiremos hasta la colina de Hisarlik, donde se encuentran los restos arqueológicos de la ciudad de Troya, cuyo descubrimiento es atribuido al célebre arqueólogo prusiano Heinrich Schliemann.
Cruzaremos en navío el Mar Egeo hasta la ciudad griega de Tebas, ubicada entre la planicie de Beocia y la península de Ática. Haremos escala en la capital Atenas hasta abordar un barco hasta la isla de Santorini (antigua Thera) cuya relevancia esta en relación con la erupción minoica ocurrida entre el 1639 y 1616 a.C. Luego nos dirigiremos a Creta donde visitaremos los restos de la ciudad de Cnosos, sede del descubrimiento de la escritura lineal B. De Creta partiremos a Nicosia, la capital de Chipre dando así por concluida nuestra maravillosa expedición.
Mapa de la ruta:
La ruta en imágenes:
Detalle geográfico de la zona del valle del Rift. Tomado de: http://image.slidesharecdn.com/vallerift-110206033305-phpapp01/95/valle-del-rift-1-728.jpg?cb=1296985060
Exterior del palacio de Tebas, Egipto. Tomado de www.fotopaises.com
Pirámide escalonada de Sakkara, necrópolis de Menfis. Tomado de: sobreegipto.com
Ruinas de Ebla en Siria. Tomado de: mycompass.ca
Puerta de Ugarit, Siria. Tomado de: www.megalithic.co.uk
Antiguo asentamiento de Catal Huyuk. Tomado de: cala.unex.es.
Ruinas de Troya ubicadas en la colina de Hisarlik. Tomada de: AlbumDigital.org
Panorámica nocturna de los monumentos históricos de la antigua ciudad de Tebas. Tomada de: www.travelvivi.com
Interior del Palacio de Cnosos, en la isla de Creta. Tomada de: www.nationalgeographic.com.es
Historia:
Si bien el orden de
los parajes de la travesía puede parecer algo arbitrario, no lo es su elección
y por lo tanto se hace necesaria una justificación. Todos los lugares escogidos
tienen en común el ser importantes sedes de descubrimientos arqueológicos,
epigráficos e historiográficos cuyo estudio ha permitido una mejor comprensión
del pasado antiguo. No obstante su importancia no se reduce meramente a eso,
tienen en común el ser importantes nodos de intercambio cultural que refuerzan
la idea de Martin Bernal de una herencia afroasiática en la conformación de la
antigua civilización griega. Por lo tanto, la elección de los estadios de esta
travesía no es aleatoria, sino que da cuenta de un complejo proceso histórico
de conformación social y cultural.
A partir de lo
anterior resulta claro porque razón partimos del Valle del Rift: si es posible
pensar en una misma sede donde se originó la humanidad (África como la cuna de
la humanidad), ¿por qué resulta tan difícil pensar en una herencia cultural
compartida? Como lo menciona Bernal: “veo
en la expansión afroasiática una propagación de una cultura –atrás establecida
al este del Valle africano del Rift- al final de la última Era de Hielo entre
el décimo y noveno milenio a.C.” (Bernal, 1987, p. 11). La elección de Bernal no es arbitraria en ningún sentido, sino
que busca rastrear el legado africano en las civilizaciones del Mediterráneo y
rastrear el origen de la paradoja que implica hablar de poblaciones con
similitudes culturales, pero con importantes diferencias lingüísticas. El
problema con hablar de un origen propiamente europeo de la civilización griega
no consiste en su inviabilidad hipotética, sino en la falta de evidencias que
respaldan dicha afirmación. Su imposición tautológica por lo tanto remite a un
interés puramente ideológico.
Dicho interés, lo
expresa Bernal, se debe a la imposición de un paradigma etnocéntrico y racista
en lo relativo a la comprensión de los fenómenos sociales e históricos. Las
ciencias sociales nacen en el siglo XIX no solo de la curiosidad que supuso los
antecedentes del Enciclopedismo y la Ilustración, sino del ansía de dominación
que derivó de la consolidación de los procesos expansionistas y con ello, del
imperialismo y la colonización. Siguiendo a Said, podemos decir que “Oriente fue orientalizado, no solo porque
se descubrió que era ‘oriental’, según los estereotipos de un europeo del siglo
XIX, sino también porque se podía conseguir que lo fuera” (Said, 2004, p.
25). Esta distinción entre lo oriental y lo occidental puede verse en el
surgimiento del modelo ario que
busca cuestionar Bernal, dicho esquema de pensamiento pretende suponer un
origen autóctono de los griegos mediante oleadas de invasiones indoeuropeas
provenientes del Norte. Dicho esquema de conquista y superior racial se erige
entonces como una forma de hegemonía cultural sobre las colonias conquistadas
en diversas regiones de África, Asia y Medio Oriente durante el siglo XIX.
El segundo y tercer
estadio del viaje, a saber Tebas y Menfis, pretenden demostrar el sumo cuidado
cultural y organizativo que tenían los antiguos egipcios y como estos pudieron
ser heredados posteriormente por los antiguos griegos. Por dos caminos
distintos podemos llegar a esta relación: por un lado, Bernal habla de
descubrimientos arqueológicos que reflejan la interacción entre la zona de
Levante (Oriente Próximo) y África. “Muchos
objetos sirios y egipcios de este periodo han sido hallados en Creta y otras
partes del Egeo” (Bernal, 1987, p. 15). Por otro lado, ciclos de leyendas y
relatos míticos parecen establecer un origen común, así tenemos el caso de los
restos hallados en Menfis de una antigua remembranza entre Senwosret (faraón de
la décimo segunda dinastía egipcia) y la fundación legendaria de Atenas por
parte de Kekrops, cuyas fuentes antiguas dicen es egipcio (Ibídem, p.19). Por
otro lado, la interrelación que puede apreciarse entre la expulsión de los
hicsos por parte de la décimo octava dinastía egipcia, la tradición bíblica del
éxodo y la leyenda griega del arribo de los dánaos (aqueos) en Argos (Ibídem,
p. 20). Como explica Bernal: “la
tradición griega asocia a Danaos con la introducción de la irrigación y a Cadmo
con la introducción de cierto tipo de armas, el alfabeto, y un numeroso grupo
de rituales religiosos” (Ibídem, p. 20). Cadmo, proveniente de Canaán, será
el fundador de Cadmea que posteriormente llegaría a ser la Tebas griega, dando
cuenta así desde la narración mítica de la incursión fenicia en los orígenes
griegos.
Adicional a esto, a
partir de la apreciación de Bernal y los estudios religiosos comparativos de
Mircea Eliade es posible ver en el panteón griego una reproducción de las
divinidades egipcias. Así como dice Bernal, Poseidón guarda relación con Seth y
Atenea con la diosa egipcia Neit y la diosa semítica Anat. Por otro lado,
Bernal observa cierta herencia cultural en los rituales de culto al toro,
compartidos tanto en Creta como en la Tebas egipcia. Dicho legado religioso
compartido pone de manifiesto lo que Assmann llama el canón: “la forma en que la
tradición alcanza su obligatoriedad suprema en cuanto al contenido y su
fijación normal más extrema” (Assmann, 2011, p. 97). La función religiosa
es doble: explicativa y normativa, ya que da cuenta de la relación de los hombres
con el Cosmos y consigo mismos.
Para analizar la
influencia semítica en la cultura griega tomamos como referentes dos
ubicaciones geográficas centrales: Ebla y Ugarit. La importancia de Ebla, como
lo ratifica Bernal, consiste en ser un importante punto de hallazgos
arqueológicos, archivos que datan desde el 2500 a.C. y que “retratan a un concierto de los estados ricos, letrados
y sofisticados de Kurdistán a Chipre” (Ibídem, p. 15). En el caso de Ugarit, a partir de la
lectura que Bernal hace de Cyrus Gordon, se aprecia las conexiones entre el
puerto de Ugarit y la isla de Creta, dando evidencia de los contactos entre el
Egeo y Levante a través de la inclusión de palabras prestadas del semítico en
el idioma griego. Por lo tanto, no solo como sugiere el modelo antiguo clásico,
la herencia semítico-fenicia no se reduce al mero alfabeto, sino que incluso se
aprecia en la configuración de nuevos cambios lingüísticos y la adopción de
ciertas costumbres y hábitos, incluso Bernal sugiere la posibilidad de colonizaciones
fenicias sobre la civilización griega.
En el caso
del territorio de Anatolia, el modelo antiguo propone una expansión iniciada
por el Este. A partir de los descubrimientos arqueológicos efectuados por
Schliemannn en la península de Anatolia, la antigua ciudad de Troya empeiza a
dar fuerza a los estudios de la antigüedad al otorgar una base factíca a las
rapsodias homéricas. Con la cercania de uno de los vestigios urbanísticos mejor
conservados hasta la actualidad, Catal Huyuk, durante el periodo Calcolítico
hasta la edad de Bronce se empezaron a conformar núcleos sociales a la par que
se mezclaban entre ellos. Como sugiere Starr al referirse a los origenes de
Grecia:
“Sobre la base de esta interconecciones
nosotros deberíamos ser capaces de asignar una fecha aproximada al comienzo de
la temprana Edad de Bronce. Troya, la cual considero la clave básica, pero no
enteramente formada. Sus excavadoras americanos extendieron su duración entre
los 3000 y 2600, mientras otros aluden su fundación en 2700 a.C.” (Starr,
1962, p. 32).
Tanto Starr
como Bernal tienen un objetivo común: desmontar la teoría aria que pretendía
atribuir los logros de la cultura griega como propiedades de una raza superior,
contraponiendo a ello las constantes mixturas e intercambios culturales,
indo-hititas para Starr, afroasiáticos para Bernal.
En el caso
de Tebas y Cnosos encontramos nuevos descubrimientos arqueológicos que
evidencian (o pueden interpretarse de este modo) el modelo antiguo revisado de
Bernal. Tebas se conoce por ser la tumba de los gemelos Anfión y Zeto, hijos de
Zeuz y creadores de las murallas de Tebas (existe cierto paralelismo con la
figura legendaria de Gilgamesh, encargado de edificar las murallas de Uruk). En
el caso de Creta, su posición geográfica facilitó el intercambio comercial con
los fenicios y su zona de influencia incluía a la civilización egipcia y el
puerto de Ugarit, de ahí la ya comentada confluencia de variaciones
lingüisticas semíticas en la conformación de las escrituras cretenses linear A
y B.
Pero la
influencia puede rastrearse hasta otras esferas. Los pitagóricos heredaron de
los egipcios su fascinación por la matemática, la geometría y la astronomía. De
acuerdo con Hahn, las tecnologias ingenieriles y arquitéctonicas egipcias
influenciaron el pensamiento filosófico griego. Por otro lado, la influencia
egipcia tardía se vería en la revisión que Plotino y Pirrón hacen de la
filosofía platónica hasta fundar el neoplatonismo. Queda así expresada
ligeramente la pretensiónd el modelo antiguo revisado que propone Bernal,
denunciando la arrogancia propia de modelos teóricos racistas y proponiendo
nuevos campos de investigación histórica, filológica, lingüística y
arqueológica donde pueda ponerse en evidencia las diversas confluencias entre
civilizaciones antiguas, sus legados comunes y sus puntos de encuentro.
Referencias:
Assmann, Jan. (2011). Historia y mito en el Mundo Antiguo. Los
orígenes de la cultura en Egipto, Israel y Grecia. Editorial Gredos,
Madrid.
Bernal, Martin. (1987). Black Athena. The afroasiatic roots of classical civilization. Vol. I. The fabrication of Ancient Greece 1785-1985. Rutgers University
Press, New Brunswick, New Jersey.
Hanh, Robert. (2001). Anaximander and the architects. The contributions of Egyptian and Greek architectural
technologies to the origins of greek philosophy. State University of New York Press,
Albany.
Said, Edward. (2004). Orientalismo. Editorial DeBolsillo,
España.
Starr, Chester. (1962). The origins of Greek civilization. 1100-650 B.C. Jonathan Cape Thirty Bedford Square, Londres.
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